Amén
de los mileístas, observo atónito que algunas personas de bien están
entusiasmadas y esperanzadas con el discursete del libertario en el Foro de
Davos. Lo juzgan un alegato antiprogresista, y por supuesto fundan su opinión
en el párrafo aquel en el que se pronunció contra el feminismo radical, el
aborto sangriento y el control demográfico que enarbolan los organismos
internacionales bajo el pretexto de evitar el daño del planeta.
Los escolásticos
enseñan que la omisión de una verdad necesaria puede ser más grave que la
emisión de una mentira.
Aquí,
la verdad necesaria que ocultó Milei, es que esos males que él dice denunciar
hogaño, son las líneas programáticas, entretejidas desde lejos, por varias
usinas financieras, comandadas por los nuevos héroes de la usura, cuya
veneración propone. Los organismos internacionales, ahora interpelados, son los
mismos que conforman los paladines del PBI per cápita, el nuevo grial que
restituye a todos el bienestar, la libertad y la paz. La Ford Foundation financió
las tropelías de Verbitsky, y detrás de Planned Parenthood está el oro de la
Fundación Gates o de Mackenzie Scott, cruzados del modelo de la libertad del
inmarcesible mercado.
Esos
males que Milei habría osado enrostrar a los “Davistas” están prescriptos,
verbigracia, en el Informe Kissinger. Y Kissinger -¡vaya obviedad!- es la
quintaesencia de ese capitalismo ilimitado y omnisciente, de ese mercado
infalible, de ese progreso material al que bajo tal infalibilidad nos conduce.
La quintaesencia, en suma, del judaísmo que ha abrazado con unción de
circunciso. Por lo tanto, y como gustaba repetir Castellani, es una incongruencia
levantarle cadalsos a las consecuencias y estatuas a las causas.
La
segunda omisión que le es imputable a Milei es que, si de verdad considerara
amenazas a los tres factores que enunció, comenzaría por derogar la homicida
ley del aborto, hoy vigente, aplicando puniciones severas a los criminales. No
sólo no lo hace, sino que lo declara no prioritario y un mero proyecto
difusamente diferido para alguna circunstancia en la que el demos manifestara
su interés por reabrir la causa. Así fue dicho en campaña y después de ella.
Incluso y principalmente por Villarruel.
Si verdaderamente tuviera al feminismo radical
por enemigo, no se hubiera limitado a descartar el Ministerio de la Mujer (en
única señal de que el Estado no debe intervenir en esas cuestiones y sobre todo
no debe gastar plata en tales cosas) sino que combatiría con énfasis los
horrores inculcados y ejecutados por dicho feminismo, llevando ante la justicia
y castigando condignamente a sus visibles representantes, que se han cansado de
perpetrar en flagrancia todo tipo de delitos y de desmanes . Cuando se es poder,
no bastan las buenas intenciones o enunciaciones. Son posibles, perentorias y
urgentes las buenas acciones. Las estamos esperando.
Y si realmente tuviera como amenaza al control demográfico, fomentaría políticas natalistas, barrería la ESI de la faz de la tierra, y alentaría y protegería la consumación de familias numerosas. Pero así como Anzoátegui zahirió a Alberdi escribiendo sobre él: “dijo gobernar es poblar y se murió soltero”; Milei dice estar en contra del control demográfico, pero se niega a la descendencia humana, llama hijos a sus perros, y vive en escandaloso y estéril apareamiento transitorio con una mujer pública. Su progresismo también abarca esta espantosa faceta; la de pasar evolutivamente de lo humano a lo transhumano, de una especie a otra, sin más límites que los que ofrece el laboratorio experimental. Para lo cual –y es un hecho- nombró como máxima autoridad del Conicet a Daniel Salamone, gurú del progresismo genético.
También
enseña la Escolástica: “Bonum ex integra causa, malum ex quocumque defecto”.
Una acción es buena cuando es buena en todos los aspectos; está mal cuando está
mal en algún aspecto”. La acción que ha llevado a cabo Milei en Davos no es
buena en todos sus aspectos. Por el contrario, en los aspectos potencialmente
buenos, se vuelve mala por la incoherencia, el cinismo, el ocultamiento y la
hipocresía que estamos señalando. Por la omisión de verdades necesarias,
decíamos; y el recto obrar que debería seguirse si no se omitieran.
Lo
curioso es que se presente al discurso de Milei como anti progresista, cuando
es un Manifiesto Progresista explícito. En efecto, para él, la humanidad vivió
estancada desde la Encarnación del Verbo hasta el siglo XVIII. Pero como el
progreso es ineluctable, inevitable e irrefragable, entonces, para sacar del
atraso a la humanidad toda y llevarla al progreso indefinido, apareció el
Capitalismo. Gracias a su natividad y epifanía (nótese el mesianismo inmanente
y secular en que se incurre al hablar del fenómeno) “hoy el mundo se encuentra
en su mejor momento. No hubo nunca en toda la historia de la humanidad, un
momento de mayor prosperidad que el que vivimos hoy. El mundo de hoy es más
libre, más rico, más pacífico y más próspero que en cualquier otro momento de
nuestra historia”(sic). Es un retrato tragicómico de aquello que Thomas Molnar
llamó “el utopismo, la herejía perenne”. Y es la misma mueca o rictus infernal,
en el orden laical, del que tiene el progresismo en materia religiosa, cada vez
que sostiene que hasta antes del Concilio Vaticano II la Iglesia vivía en el
oscurantismo, y el Concilio fue su 1789. Esto fue dicho por altos dignatarios
eclesiásticos. El paralelismo no puede ser más evidente. El libertario es un
progresista nato.
Aplicado
a la historia nacional, el progresismo mileísta retoma el mito basal del
iluminismo historiográfico; a saber, el de la salida de la barbarie para
alcanzar la luz de la civilización. Ésta se habría consumado tras la victoria
masónica de Pavón, “y en 35 años nos convertimos en la primera potencia
mundial”. Tal vez alguien pudiera recordarle a Milei las crueles peripecias de
toda índole que describe José Hernández en el Martín Fierro, y que tenían
lugar, precisamente después de 1860, hito taumatúrgico según el libertario, que
le habría puesto fin a nuestra oscuridad e infortunio. Pero si el Martín Fierro
fuera mucho pedirle, por no pertenecer a la Escuela Austríaca, acaso alguien
podría desasnarlo haciéndole notar que hasta sus ídolos Sarmiento y Mitre se
quejaron de los males (económicos y morales) que causarían las inmigraciones
judías al país. Sí; créase o no, Sarmiento y Mitre llenos de prevenciones justificadas
contra los que llegaban a estos lares a abusar de sus habilidades como
banqueros, bolsistas o mercaderes. Y hasta el mismísimo Alberdi acabó
arrepentido, denostando la libertad liberal a la que él mismo había contribuido
a cimentar.
La
Argentina 35 años después de Caseros no era la primera potencia mundial. Era
una colonia desarraigada, mezcla de Fenicia y de Cartago, laicizada,
pauperizada para muchos y fuente de negocios espurios para un sector de
sátrapas. La sangre del pobre es una metáfora justísima del católico
reaccionario León Bloy, no del subversivo Marx. Metáfora que se aplica,
precisamente, a vituperar la injusticia hecha sistema, cuando mandan los
heroicos empresarios, los benefactores que no se dejan amedrentar si alguien
los acusa de codiciosos o de avaros. Milei resucita a Creso. Nosotros recitamos
los gloriosos versos de Ezra Pound contra la usura. No nos asusta el capital si
detrás hay hombres con la virtud de la magnificencia para usarlo en pro del
bien común. Nos asusta y horroriza si detrás de él están los que, en la
disyuntiva evangélica, han elegido servir a Mamón.
Occidente
está en peligro, dice el ilusionista de Davos. Pero como bien señalara Gómez
Tello, es una confusión horrible creer que Occidente es el mercado y no la Cristiandad.
Y creer, en consecuencia, que nuestra ayuda está en el nombre del PBI per
cápita, que hizo el cielo y la tierra. Occidente está en peligro, por cierto; y
también lo es que su explicación puede buscarse en “una visión del mundo que,
inexorablemente, conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza”. Mas
la pobreza es el epifenómeno doloroso, no el motivo principal por el que el
socialismo es malo y pone en jaque a Occidente. Es el odio a Cristo, a la Fe y
a la Iglesia, al Orden Natural y al Sobrenatural, lo que vuelve peligroso para
Occidente al socialismo. Reducir la peligrosidad del mismo a una cuestión
económica, es materialismo histórico duro y puro. Pero Milei es tributario de
la ética calvinista, engendradora del capitalismo, según la conocida tesis de
Max Weber. Por eso se cumple en él aquello tantas veces repetido de Donoso
Cortés: “detrás de toda cuestión política hay una cuestión religiosa”. La
cuestión religiosa que explica tantas y tan graves conculcaciones de la verdad,
se llama judaísmo, del cual, Milei, de manera obscenamente visible, se ha
vuelto su prosélito, su peón, su fámula y su golem.
Hombre
grande Milei. Debería saber que todas las revoluciones socialistas y marxistas
fueron respaldadas por el capitalismo salvaje. Incluso en la Argentina, los
nombres de Graiver y de Filkenstein ilustran por sí solos la entente entre el
terrorismo guerrillero bolche y los próceres del mercado que no falla jamás.
A ver
si nos entendemos. No es liberalismo o socialismo; no es el modelo de la
libertad o el colectivismo. No es Benegas Lynch o Bergoglio. No es el minarquismo
o el Leviatán. No es la plutocracia desatada o la casta. Son falsas opciones
que, como naipes marcados en un juego de tahúres, sólo pueden barajar los
falsarios para confundir a los incautos y crearles espejismos a los débiles
cuando no cómplices por idiotas útiles. Es la Realeza Social de Jesucristo o el
Imperialismo Internacional del Dinero, como lo explicara Pío XI. Esto,claro,
dicho antes de que la Iglesia la manejaran los claros varones de fe intrépida y
ciencia preclara, y no los bendecidores de la fornicación.
Parafraseando
al sujeto de la melena, de los clones caninos y del carajearismo procaz, no nos
dejemos amedrentar, ni ilusionar ni engañar. No permitamos que los funcionales
al progresista Milei, nos digan que si no lo apoyamos somos funcionales al
progresismo. La Sinagoga no es la solución. Ni la historia que ella escribió,
sub specie lucro. Ni los innúmeros Cresos, deificados y mitificados. La
solución está en saber elegir al Señor que nos invita a saber elegir, entre Él
y las riquezas. ¡Viva Cristo Rey!
Antonio Caponnetto
ESPECTACULAR. VIVA CRISTO REY
ResponderBorrarSi a uno lo apadrina Eduardo Elsztain... Habrá que enojarse con el engendro democrático una vez más.
ResponderBorrarGracias Antonio, esperaba con ansias este articulo, que pone fundamento a lo que muchos pensamos. En alguna de sus conferencias aprendí aquello que la media verdad es la peor de las mentiras y en este tiempo vino permanentemente a mi memoria. Hoy más que nunca hay que proclamar al verdadero Rey, que vence y que impera. ¡Viva Cristo Rey!
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarExcelente!!! Gracias a Dios por la luz. Pregunta: donde dice "No permitamos que los funcionales al progresista Milei, nos digan que si no lo apoyamos somos funcionales al progresismo" ...no debe decir "funcionales al socialismo "?? O tal vez entiendo mal?
ResponderBorrarTodo eso que Caponnetto le dice a Milei que haga, que lo hagan los católicos, que hagan algo.
ResponderBorrarEs obvio y no hay que ser muy erudito para, comprobar que el actual codesgobierno LLA JXC , individualmente y en su conjunto, son proaborto ( Tal vez un poco siguiendo sus destino) , pro ideoligia de genero, pro ddhh, pro PSJCR y pro continuar frizando
ResponderBorrarcon los juicio a los militares , no amortiguar sus condenas, y menos aun, revisar la nulidad de dichos juicios. Fin
Ciertamente lo que dice es verdad. La pregunta es la siguiente ¿Que sector de la sociedad lo puede hacer? Evidentemente son los católicos. Ese es el sector de la sociedad que debe restaurar la verdadera función de la política como medio para alcanzar el bien común ¿Donde estan los católicos? Ellos no se meten en la política. Me ha tocado vivir en carne propia de participar en política formando un partido con gente católica y teniendo bases de las Doctrina Social de la Iglesia y terminamos siendo unos cuatro gatos locos y encima criticados por los mismos católicos y también por de la jerarquía de la Iglesia.
ResponderBorrarEl argumento de esta gente es que la democracia no es el modelo ¿Cuál sería entonces? ... ¡Católicos despertad¡ El espacio que no ocupaste para encaminar la sociedad te lo ocuparon estos personajes que se hacen llamar políticos. Católicos, además de formarse deben participar en la vida pública, no solamente formarse y guardarse en la sacristía. Podría seguir y dar muchos ejemplos... pero mejor llego hasta aquí nomás, no quiero enojarme. Dios los bendiga y la Santísima Virgen María los proteja bajo su manto
El error suyo es de base, considerar que la única posibilidad de hacer política es en el sistema partidocrático.
BorrarAnte la pregunta de cual sería el modelo si no es el democrático, le replanteo la cuestión preguntándole ¿No existía política antes de la democracia? En la respuesta tiene la solución para que no se enoje.
Los medios ilícitos no son justificables para el católico.
El pasado ya pasó, no nos pertenece; el futuro no sabemos como será; lo único que tenemos es el presente y en este momento los partidos políticos son la única opción, aunque no coincida con su ideología.
Borrarhttps://es-us.noticias.yahoo.com/miles-ciudadanos-exigen-elecciones-libres-062749315.html
https://es-us.noticias.yahoo.com/marcha-por-la-democracia-que-pidio-elecciones-libres-en-mexico-y-grito-contra-amlo-212601313.html
Si hay católicos que quisieron participar en politica. Cuando Duhalde mediante una maniobra politica dolosa puso a Nefastor en el gobierno. Un señor católico, Cosme Beccar Varela se había presentado en esas elecciones como candidato a presidente, pero los prejuicios de unos y el desconocimiento de casi todos nos impidió votarlo y tener la oportunidad de un presidente providencial.
BorrarTorchSon, esos medios que usted llama ilícitos, no lo son porque no es pecado utilizarlos. Los mismos medios que la masonería utiliza para destruir a la sociedad, pueden ser usados por los católicos para combatir a la secta. No hay ninguna ley divina ni humana que lo prohiba.
BorrarLEA <NOSTRA AETATE.
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