Hace
unos día, el 22 de enero, con ocasión de escribir una nota titulada “El
progresismo alucinado de Milei”, mencionaba al pasar que, hasta Sarmiento y
Mitre, dos columnas herculeanas de nuestro liberalismo, habían tenido sus
fundadas prevenciones sobre los judíos y sus proyectos colonizadores de nuestro
país. Es más, habían tenido sus prevenciones sobre el capitalismo judaico y los
bienes que el mismo pudiera acarrearnos. Hoy, que en nombre del liberalismo, el
gobierno se exhibe impúdicamente como una hortera lamebotas de Israel, y
enajena nuestra soberanía en beneficio de los hijos de Sión, conviene recordar
algunos de esos textos. Sobre todo, porque son muchos los que nos han
interrogado con asombro e incredulidad, sobre la existencia de tales
testimonios. Va, en dos líneas, lo recopilado en una primera selección:
Bartolomé Mitre
El 14
de agosto de 1889, llegaba a Buenos Aires el primer lote de inmigrantes judíos
provenientes de Rusia. El 17 de agosto, el diario La Nación, dirigido por
Bartolomé Mitre, da su beneplácito a la noticia de que el visitador de
desembarco señor Lix Klett, decidió el rechazo de 150 familias judías llegadas
en el vapor Weser, en vista de considerarlas “como una inmigración
perjudicial”.
Pocos
meses después, el 30 de noviembre de 1889, escribe: “esperamos que no vengan
más, traídos con pasajes subsidiados para darnos quebraderos de cabeza”.
Dos
años después, el 1 de noviembre de 1891, se opone a la colonización masiva que
proyectaba el barón de Hirsch, quien había fundado la Jewish Colonization
Association, en Londres, que produciría el asentamiento de miles de judíos en
Entre Ríos, Santa Fe y oeste de la provincia de Buenos Aires. Entonces escribe
Mitre: “Si el objeto de Hirsch es llevar a los judíos a un país donde no los
persiguen, ¿cómo los pueden traer aquí donde son tan rudamente discutidos y no
se ha expresado nadie a su favor? ¿No es exponerse a que dentro de pocos años
estén en las mismas o peores condiciones que las que los obligan a venir? [...]
El Poder Ejecutivo parece que no se ha preocupado poco ni mucho de la calidad
de la inmigración que en grandes proporciones se pretende introducir en el
país. Todos los informes son desfavorables a la nueva población que ha de venir
a incorporarse a nuestra vida; en todas partes donde los judíos se han reunido en número considerable han
provocado cruzadas en su contra; se afirma sobre la base de hechos innegables
que, en general, son sucios, indolentes, ineptos para las labores agrícolas”
Tras calificar
el proyecto de colonización judía como “concesión vergonzosa”, “contrato
irregular” y “proyecto humillante”, el
15 de noviembre de 1891, vuelve a escribir: “No se ha emitido todavía, ni aquí
ni en otra parte, una sola opinión favorable a los judíos en lo que se refiere
a sus aptitudes para el trabajo material y especialmente para el trabajo
agrícola[...]. Sólo se dedican por entero a leer el Talmud. La peor inmigración
es la de los judíos que no reúnen ninguna de las aptitudes que se exigen en un
país como el nuestro”.
Domingo Faustino Sarmiento
“El pueblo judío, esparcido por toda la tierra, ejerce la usura y
acumula millones, rechazando la patria en que nace y muere por una patria ideal
que baña escasamente el Jordán y a la que no piensa volver jamás. Este sueño,
que se perpetúa hace veinte o treinta siglos, pues viene del origen de la raza,
continúa hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que viven, pero
que no forman parte”
“Hay que perseguir á la raza semítica que con Cahen, Rostchild,
Baring y todos los sindicatos judíos de Londres y de París nos dejan sin banca;
y los judíos Joachim y Jacob, que pretenden dejarnos sin patria, declarando á
la nuestra, artículo de ropa vieja negociable y materia de industria” .
“¡Fuera la raza semítica! ¿Ó no tenemos tanto derecho como un
alemán, un cualquiera, un polaco para hacer salir del país á estos gitanos
bohemios que han hecho del mundo su patria, ocupados solo de ganar el pan con
el sudor de su rostro?”
“A ser posible esta quimera, tendríamos otra:
el pueblo judío esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acumulando
millones, rechazando la patria en que nace y muere por un ideal que baña
escasamente el Jordán, y á la que no piensan volver jamás. Este sueño que se
perpetúa hace veinte ó treinta siglos, pues viene desde el origen de la raza,
continúa hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que
viven, pero de que no forman parte; y ahora mismo en la bárbara Rusia como en
la ilustrada Prusia se levanta un grito de repulsión contra este pueblo que se
cree escogido y carece del sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego á
la tierra, el culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde
quiera que se producen” (Domingo Faustino Sarmiento, Condición del extranjero en América, Buenos Aires, Librería La
Facultad [Biblioteca Argentina, Director Ricardo Rojas], 1928. p. 260-261.
También se puede consultar, Domingo Faustino Sarmiento, Obras Completas, Buenos
Aires, Imprenta y Litografía Mariano Moreno, 1900, p. 177.)
Antonio Caponnetto
Es rara la actitud de esos dos masones hacia los judíos, no dicen que la masonería sirve a la conspiración judía?
ResponderBorrarEl mismo personaje que increíble e inexplicablemente, a no ser que efectivamente su verdadero nombre sea Mileikowsky, dice abrazar la religión judía, apostatando del catolicismo (pecado grandísimo si los hay), al tiempo que falsamente e hipócrita y cínicamente, jura "por éstos Santos Evangelios" al momento de asumir, cuando dichos Evangelios, constituyen la vida y obra del Mesías, que ellos mismos rechazaron y rechazan. Lo cual ilegitima dicho juramento por esa misma razón. ¿Se puede ser tan loco y seguir a éste personaje siniestro?
ResponderBorrarEl odio racial y el seguimiento de Cristo son incompatibles. Para el cristiano no existen las "etiquetas". Caponnetto afirma (No en este escrito), que la diferencia con el judaísmo es teológica, no racial. Pues este escrito destila racismo. Un horror.
ResponderBorrarNo entendió absolutamente nada. Los escritos a los que el Dr. se refiere son precisamente de referentes de MIlei, muestran su contradicción
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