“Surrexit Christus vere, alleluia”. “Cristo resucitó realmente, alegría”. Ésta es la
consigna de la Iglesia hoy. También San Pablo dice: “Alegraos siempre en el
Señor; de nuevo os digo: alegraos”. Mi filósofo predilecto, Soren Kirkegord,
dice que la vida del cristiano tiene que ser sufrimiento; pero por otra parte
continuamente él está confesando estados de gozo espiritual; quiere decir que
la vida del buen cristiano transcurre en sufrimiento espiritual (“dichosos los
que lloran”) y gozos espirituales (“alegraos en el Señor”) y en sufrimientos
carnales llevados con paciencia y en gozos carnales recibidos con
agradecimiento –aunque no superapreciados. Todos los goces limpios que tenemos
en esta vida proceden en el fondo de la Pasión y Resurrección de Cristo.
Los sufrimientos terrenos, las
penalidades carnales desta vida ¿pueden ser superados y co-mo aniquilados por
la alegría de la Resurrección; de Cristo cumplida, de nosotros esperada? En
los santos lo pudo; en mí apenas alcanza a superar las facturas del Estado que
me llegan una cada semana con aumentos. Hay que pagarlas con gusto, pobre
Estado argentino. Es de-cir, el Estado Argentino es hoy una porquería, pero hoy
hay que amar incluso a los malos.
“Resucitó
Cristo realmente hoy, alegría”. Buen día, alegría. Se puede con verdad decir “hoy”;
el Viernes Santo no se podía con estricta verdad decir: “Hoy murió Cristo,
alegría”. Pero “Christus resurgens ex
mortuis iam non moritur”: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos,
no muere más –dice San Pablo. En Europa la gente del pueblo limpia a fondo to-da
la casa esta semana, y hacen fiestas y se mandan regalos. “¡Buone Feste!”. “¡Felices Pas-cuas!”. “Alegre como unas Pascuas” –dicen
en España.
Ya
he hablado dos o tres veces del milagro central que es la Resurrección de
Cristo. “Esta generación mala y bastarda pide milagros; y no se le dará más
milagros que... mi Resurrec-ción” (el milagro de Jonás Profeta) –les dijo
Cristo, una vez que estaba enojado.
Es un hecho histórico: detrás dél
existe la mayor suma de evidencia histórica que jamás ha existido; de manera
que negarlo es como negar la existencia de Cristóbal Colón o la existencia de
Sarmiento. ¿Cómo es que nadie ni por sueños niega eso, y muchos niegan la
Resurrección de Cristo? Es que es también un hecho metahistórico, un hecho
sobrenatural, un hecho de fe: no fuerza al intelecto, tiene que intervenir la
libre voluntad, el Salto de la fe: es un misterio de la Fe. Ninguno estuvo más
cerca de la evidencia histórica de la Resurrección que los Fariseos y
Sacerdotes Jefes; y no creyeron en Cristo. Lo mismo que los incrédulos
modernos, sus mentes no fueron forzadas por la evidencia; antes bien trataron
de ocultarla y combatirla, como los incrédulos de hoy. Hay que ver los inventos
disparatados que aducen para negar la Resurrección. Dan lástima; porque no sólo
son inventos, es decir, basados en nada, sino que son absurdos.
El
libro más insidioso contra la Resurrección de Cristo es The Fair Haven (El Puerto Feliz) del modernista Samuel
Butler: está escrito con una perfidia elevada
al cubo; pero su fondo, bastante bien oculto, es un absurdo. Ya he expuesto yo
todo eso [en El Evangelio de Jesucristo,
ob. cit., “Las Parábolas”, pp.394-404]
En vez de hacer más apologética,
voy a contestar brevemente la preguntita que quedó en el aire el domingo
pasado: si Cristo volviera a la tierra ¿lo matarían de nuevo? –Sí, lo mata-rían
si pudieran, pero no de la misma manera.
Se me figura que primeramente lo cubrirían de
ridículo. Dirían: “¿Dónde se ha visto que el Fundador del Cristianismo venga de
nuevo a predicarnos el Cristianismo, a nosotros que somos todos cristianos? En
realidad anda falsificando el cristianismo, esa religión tan suave, tan amable,
tan benigna, tan consoladora, tan científica, tal como la expone Teilhard de
Chardin. Viene a gritar ahora que hay que dejarlo todo, que hay que morir al
mundo (¡morir, hágase Ud cargo!), que en algunos casos hay que odiar al padre
y a la madre, que hay que abandonar mujer, hijos, amigos, posesiones y
cátedras en algunos casos ¡y que no hay que ahorrar, como los pájaros del
cielo! –¡lo cual es ir francamente contra el Gobierno, contra la Caja Nacional
de Ahorro Postal! ¡Qué “numenómeno”! Puede ser que esas expresiones estén en
los Evangelios, pero no son para practicarlas: son expresiones exageradas y
poéticas (y algunas de bastante mal gusto, como esa de los “eunucos”) del poeta
más grande que ha existido en el mundo; lo mismo que todo eso sobre el Demonio
y el Infierno, sabemos all right
gracias a Telar Chardón, que ésas son metáforas, metonimias e hipérboles... ¡No
faltaba más! Está ha-ciendo un desbarajuste con la religión del Estado”.
Los diarios publicarían sesudos editoriales contra la “nueva”
doctrina, sin nombrar al autor esosí; los sabihondos alocados escribirían
libros, los libreros tendrían “Listas Negras” para no vender libros que la
apoyaran; Tía Vicenta inventaría doce
chistes a la semana a costa su-ya. También le harían interrogatorios como los
Escribas y Fariseos: “Profesor, sabemos que Ud. es justo y veraz, y queremos
que nos conteste por Radio a la pregunta más importante: Ud. ¿está con Rusia o
con Estados Unidos?”. Y al contestar Cristo: “Yo no enseñé la preciosa
propiedad privada, ni el Capitalismo, ni el quedantismo, ni el conservadurismo,
ni el comunismo”, menearían entonces las cabezas y dirían: “¿Ve Ud? ¡Fuera de
la realidad! Está loco”.
Al fin lo matarían, o a disgustos o de hambre o de
tristeza o violentamente –puede darse también. ¿Y no podría Cristo irse a
Santiago l’Estero, juntar doce Discípulos, entrenarlos tres años, darles el don
de milagros y mandarlos otra vez a conquistar el mundo, como lo conquistaron
una vez? Sí, eso está dentro del poder de Cristo; pero está escrito que no lo
hará. Volverá al mundo; pero no ya en figura de siervo, sino en figura de Rey.
“Christus resurgens ex mortuis iam non
moritur”.
El P. Florentino Alcañiz, que es
especialista en esto y anda escribiendo un libro sobre la “esjatología”, me
escribió hace poco que su última conclusión es ésta: la aparición de Cristo en
gloria y majestad y el derribo del Anticristo coinciden con lo que llama la
Escritura “el Juicio Final”, entonces resucitan los Elegidos, o todos ellos o
una parte: “ésta es la resurrección
primera” –dice San Juan: luego hay dos. Después sigue un largo período
de prosperidad guiada por los Resucitados “que se aparecerán a muchos”, como ya
pasó en la resurrección de Cristo; el cual San Juan llama “el Reino de los Mil
Años”. Después resucitarán todos los réprobos y atacarán a los mortales; y
serán arrollados por fuego del cielo: y los mortales pasarán al cielo, o
muriendo antes o sin morir. Dice Alcañiz que esta interpretación está fuera de
las objeciones que de Roma han levantado contra el Milenismo; y es verdad.
Tiene el inconveniente que estatuye en realidad dos juicios –así como dos
Resurrecciones.
Esta interpretación literal del Apokalypsis se llama “milenismo”
y ha sido la de casi todos los primitivos Padres de la Iglesia. Yo no soy
milenista, tampoco soy antimilenista o “alegorista”. Si oyen decir que soy
milenista (pues ha sido dicho, e incluso desde cátedras) respondan que es
embuste; aunque no sería ningún crimen que yo lo fuese. Pero... Yo no me siento
capaz de dirimir este problema difícil; y de lo que no sé, no suelo hablar –ni
menos enseñar.
Para consuelo nuestro añadiré que
al fin de la profecía de Daniel está indicado que entre la caída del Anticristo
y el Juicio habrá 45 (o 55) días (o bien un corto período de X días) para que
hagan penitencia los que sucumbieron a la tremenda tentación del Anticristo –si
ellos quieren. De modo que si mayoría del mundo caerá en apostasía (como Cristo
y San Pablo pre-dijeron) no quiere decir que todo el mundo se condena. Y eso es
conforme a la piedad paterna de Dios; porque la tentación del Anticristo habrá
sido tremenda.
De modo que la Resurrección de
Cristo está conectada con su Vuelta, es decir, con la Uni-versal Resurrección:
tres veces por lo menos en los Oficios de Pascua de Resurrección se hace
alusión al Retorno de Cristo. Y San Pablo dice cada vez que comulguemos,
recordemos el Re-torno de Cristo: “Quotiescumque
enim manducabitis panem hunc et calicem bibetis, mortem Domini adnuntiabitis
donec veniat” (Cada vez que comáis este pan y bebáis este cáliz, anunciad
la muerte del Señor hasta que venga: 1 Cor. 11, 26).
Ésta es la gran consolación y
alegría del Cristiano. Incluso ante las terribles cosas del mundo moderno, el
Cristiano impertérrito las entiende, y sabe serán superadas:
Si fractus illabatur orbis Si el mundo roto se derrumba,
Impavidum ferient ruinae Sus ruinas lo
herirán impávido.
Leonardo Castellani: “Domingueras
Prédicas”. Jauja (Instituto Leonardo Castellani), Mendoza
1997, pp.117-121
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
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