Ernesto
Tenembaum y su asociación ilícita
Por
Antonio Caponnetto
Pensándolo bien, podrían
pensar mejor.
El
pasado sábado 3 de agosto, alrededor de las 13 hs, en Radio Mitre, en el
programa “Pensándolo bien”, el periodista Jorge Fernández Díaz, entrevistó a su
colega Ernesto Tenembaum, con ocasión de un reciente libro de este último,
titulado: “Milei, una historia del presente”. Puede escuchárselo íntegro en https://www.youtube.com/watch?v=Tm80PkcUhsM
A
partir del minuto 39, 40 aproximadamente, el precitado Tenembaum sostiene que
“la Fundación que arma los primeros actos de Laje, Márquez y Milei [a favor de
la candidatura de este último], es una Fundación que tiene entre sus profesores
a Antonio Caponnetto, que era el director de la revista nazi Cabildo, que
muchas veces ha dicho que el problema de este país es la judeocracia”.
Tenembaum
no menciona a dicha Fundación, por lo que confieso que quedé absolutamente
perplejo; pues es tanta, tan pública, categórica, machacona y reiterada mi
oposición a la postura política de los tres personajes que él menciona, que
tuve en principio a la noticia por una de las tantas filfas a las que nos
tienen acostumbrados estos escribas de oferta. Hasta que –pensando primero bien
que mal, como enseña san Ignacio- llegué a la conclusión de que, muy
posiblemente, Tenembaum se estaba refiriendo a la Fundación Cruz del Sur (. https://cruzdelsurce.org/quienes-somos/).
Y
en efecto; a mediados del 2019 dicha Fundación me invitó a dar dos clases de
historia argentina dentro de un ciclo de duración casi anual, titulado “Qué es
la Argentina”. Impartí ad honorem la primera de ambas lecciones – con el
pleno convencimiento de que estaba asistiendo a una mera agrupación de jóvenes
católicos- pero tuve la inesperada constatación de que las cabezas de dicha
Fundación se hallaban comprometidas con el NOS y abocadas a candidatear como
presidente a Gómez Centurión. Para ese entonces –mitad del 2019, reitero- Milei
ni siquiera aparecía en el abanico de conjeturables a cargo alguno.
Consecuente
con mis principios de toda la vida, de rechazar cualquier opción demo-partidocrática,
no involucrándome en tales apuestas regiminosas de ningún modo posible, el
lunes 5 de agosto de 2019, a las 07,52 am, presenté mi renuncia a dictar la
segunda clase, manifestando, en síntesis, los siguientes conceptos: “Quería
informarles, con total franqueza y con la mayor antelación posible (para no
causarles problemas), que no voy a impartir mi segunda charlita en el curso
"Qué es la Argentina", prevista para el 25 de septiembre. La razón
principal es que no juzgo prudente quedar involucrado, o tener vinculaciones, o
simplemente dar mi acto de presencia, en una agrupación con cuyas opciones
político-concretas no estoy de acuerdo. Opciones político-concretas que,
además, se acentúan en vísperas de las elecciones de este mes de agosto y de
las próximas de generales del mes de octubre”. El destinatario de la misiva era
el joven Segundo Carafí, quien, junto con otros, habían oficiado de benévolos
anfitriones de mi llegada a Cruz del Sur.
Necesarias
aclaraciones
En
ayunas de estos datos –pero de muchos otros que son del dominio público y que
el gacetillero debería conocer- como el rechazo explícito y sostenido de los
que los libertarios mileístas dan en llamar despectivamente “el caponnettismo”[1]-
Ernesto Tenembaum construye su asociación ilícita; por ahora sólo en el terreno
conceptual. ¿Y en qué consiste la misma? En algo tan previsible cuanto por lo
mismo despreciable. En el remanido sofisma ad Hitlerum. Algunos de los
propiciadores iniciales de Milei habrían sido unos villanos que contaban entre
sus contactos a un nazi. Cauteloso Tenembaum, se apura a decir y dice que,
rápidamente, el actual presidente se sacó de encima al sector “antisemita”,
volcándose como es sabido al judaísmo desembozado. Y fue la pax hebrea
que hoy se enseñorea sobre todos.
Me
importa mucho dejar a salvo estas precisiones: a) que nunca formé parte de una
Fundación pro, para o proto mileísta; b) que antes, durante y después de su
nombramiento presidencial manifesté tanto mi rechazo como mi repugnancia y mi
aversión al aborrecible golem; c) que tales sentimientos y conceptualizaciones están
amplísimamente documentadas[2];
d) que, para mi orgullo, también lo está la recíproca; esto es el rechazo de la
banda gubernamental neoderechista a mi persona y mis ideas. Que, en dos
palabras, aquí no hay nada que asociar, señor Tenembaum. El cuento del nazi
malvado en los pródromos del filomileísmo es un constructo ficto e
insostenible.
Premisas
olvidadas
Puede
ser que a alguien le sorprenda que tenga que salir al ruedo a aclarar que la
nieve es blanca, tarea que no recomendaba Aristóteles, sino el castigo a
quienes cuestionaran la evidencia. Pero como hoy, algunos de los supuestos
allegados, nos aconsejan aplicar una doble moral weberiana, para conseguir
algún poder político; otros, con intención que no juzgamos, se ponen en ocasión
de confundir la missio ad gentes con la coincidentia oppositorum,
de la que ningún fruto apetecible puede seguirse; y otros -¡ay, los más!- entregan
su coherencia a los perros con tal de conseguir algún conchabo o figuración
eventual; hoy, digo, es impostergable recordar algunas olvidadas premisas
clásicas que solían informar la vida política de los católicos.
En
la cosmovisión cristiana tradicional hubiera sido impensable que, a semejante
guiñol de la Sinagoga, como el señor Milei, se le prestara apoyo directo o
indirecto, formal o material, eventual o permanente. De las principales formas
de cooperación al mal, sobre las cuales prevenía una segura y antigua fórmula
escolástica: ordenar, aconsejar, consentir, ocultar o esconder, proporcionar
medios o recursos, participar, callar, no obstaculizar, no denunciar, ninguna
es, en principio, fuente y fundamento seguro para encarar virtuosamente la vida
privada y la política. Y sin embargo todas estas formas y varias más practican,
a diario, con absoluta liviandad, quienes se dicen católicos y sirven de
pivotes al gobierno mileísta. La política, para el católico promedio, se ha
vuelto la fórmula más útil de la complicidad con el poder. Oportunismo,
empirismo y consecuencialismo ético, son errores que están a la orden del día.
En el umbral de qué pórtico siniestro dejan su congruencia, lo ignoramos. Cómo
concilian lo inconciliable, cómo hacen converger y convivir las antítesis, cómo
convierten la existencia en un malabarismo, cómo le disputan la bifrontalidad a
Jano, cómo están prontos al maridaje, la amalgama, el connubio y la coyunda,
cómo lo prudencial se convierte en sinónimo de lo provechoso, nos es imposible
de aceptar.
Pensemos
en lo sucedido en las recientes olimpíadas. Milei nada dijo condenando la
impiedad manifiesta. No fue sólo por cobardía y aquiescencia, sino porque aquel
montaje ultrajador e infame, en su conjunto procaz, representaba como en una
síntesis trágica todo su programa anarcolibertario. Fue aquella bacanal, en
efecto, la prueba y la celebración de cómo la Revolución Francesa es la
antesala de la Revolución Bolchevique; y de cómo, al certero decir de Lenin, en
“El Estado y la Revolución”, la república liberal y democrática es la vía de
acceso más directo al Comunismo. Si quiere actualizarse la terminología,
escríbase Progresismo, pero a buen entendedor pocas palabras bastan. La
obscenidad de Macrón no consistió únicamente en vomitar como tuso rábido sobre
el Señor de la Historia, sino en alabar los frutos pútridos de una historia sin
Logos, cuyos protagonistas ya no son los santos y los héroes sino los deicidas
y los portaestandartes de la contranatura. Mutatis mutandis, exactamente el
mismo programa de nuestro cernícalo con casquete piloso. ¿Y a este personaje
hay que ofrendarle como tributo el festival de sus seguidores derechistas? ¿En
apoyar a semejante guiñapo consistía, al final, el programa neoderechoide,
superador de las supuestas inoperancias y fracasos de sus predecesores?
No;
rotundamente no. Sencillamente porque creemos que no se puede servir a dos
señores; que es preferible la Verdad en soledad al error en compañía; que en
toda comparanza entre lo bueno y lo malo sufre lo bueno; que el trigo y la
cizaña no deben ser mezclados, por amor al trigo; que una sola es la moral y
una sola la vida, y que pedirle virtud interior a un gobernante, y aún
santidad, no es un ideal periclitado sino la primera necesidad de los pueblos.
Buena falta haría releer, entre otros, los textos de Rivadeneyra y de Quevedo
sobre El Príncipe Cristiano. O recordar, con García Morente, que la
separación de la vida pública de la vida privada, es la destrucción del ethos
del caballero de Cristo.
Sigan
nutriéndose nomás de la escuela austríaca y de los guateques rentados de la
diestra. Nosotros preferimos recitar cada mañana el Salmo I: “Bienaventurado el
varón que no anduvo en compañía de los malos, ni estuvo en el camino de los
viciosos, ni en la mesa de los burladores se ha sentado”.
[1] El
primero de los serviles mileístas que acuñó agresivamente la categoría
“Caponnettismo” fue el perturbado Márquez, con quien ya había tenido yo mis públicas
diferencias. La tal categoría fue aceptada por algunos otros miembros de su
tribu y, personalmente, lo confieso, me causa una risotada gárrula y canora.
Cfr. https://www.facebook.com/1114785963/videos/1089087931977193/
El tema fue
objeto de una sesuda investigación de un estudioso colombiano, que cumplo en
recomendar. Cfr. Diego Fernando García “El ataque de Nicolás Márquez al Dr.
Antonio Caponnetto. ¿Qué hay detrás de estos comentarios?” Pensamiento Serio,
número de noviembre 2023. https://www.pensamientoserio.com/2023/11/MarquezvsCaponnetto.html
[2] Para no extenderme remito a mis múltiples notas aparecidas en el blog “Nacionalismo Católico San Juan Bautista” (https://www.ncsanjuanbautista.com.ar/), a mis videos a youtube, vg. https://www.youtube.com/shorts/pWzU7xmFzdw (aunque son muchos más), a mi libro “El último gobierno de Sancho”, Buenos Aires, Bella Vista, 2022, principalmente ps. 107-127, y al prólogo al libro “Los liberales” del padre Javier Olivera Ravassi, Buenos Aires, Parresía, 2024.
A decir verdad, Psico Márquez dice la verdad cuando habla del caponnettismo, cuando yo tengo algún intríngulis gnoseológico, metafísico, histórico, sociopolítico, etc, recurro a Caponnetto, Antonio, entre un pequeño puñado de coterráneos, en este o ya en el otro Barrio. O sea soy caponnettista, y para peor del Psico, gran admirador del pintor austríaco que con los años llegó a tomarse una selfie con la Eiffel atrás. Grandioso.
ResponderBorrarParecería que todo este cardumen de la derecha lolapalooza anda con varias térmicas en corto, o sea, faltan patos en la fila. Lo que no faltan son reuniones mágicas de tarot, cabaruteras amortizadas y mucho psicofármaco.
El Caponnettista Cuántico.
PD: Tenenbaum o lo que haya detrás de esa careta repugnante, seguirá consumiendo pornografía infantil?. Seguirá afirmando que nada malo es tenerla?.
El pintor austríaco al que Ud. refiere, entonces, tenía razón: siempre están los judíos detrás de la degeneración, en este caso, de la pornografía infantil. Que raro, a mí me enseñaron que era un hombre muy muy muy muy malo.
BorrarPero tan tan tan malo que Stalin es Heidi, Truman, San Policarpo y Netanyahu candidato al Nobel de la paz.
ResponderBorrarEl Quantum
Y Felipe IV el hermoso, ¿era cristiano?
ResponderBorrarNo era cristiano, era cruel y envidioso.
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