Bergoglio: “Todas las religiones
son un camino para llegar a Dios”
Alejandro
Sosa Laprida
- 13/09/2024
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Esto ha dicho hoy Bergoglio en Singapur durante un
encuentro interreligioso:
Una de
las cosas que más me ha impresionado de ustedes, los jóvenes, que están aquí,
es la capacidad de diálogo interreligioso. Y esto es muy importante, porque si
empiezan a discutir -“mi religión es más importante que la tuya”, “La mía es la
verdadera, en cambio la tuya no es verdadera”-. ¿Adónde lleva todo esto? ¿A
dónde?, que alguien responda ¿a dónde? [alguien responde: “A la destrucción”].
Y así es. Todas las religiones son un camino para llegar a Dios. Y,
hago una comparación, son como diferentes lenguas, como distintos idiomas, para
llegar allí. Porque Dios es Dios para todos. Y por eso, porque es Dios para
todos, todos somos hijos de Dios. “¡Pero mi Dios es más importante
que el tuyo!” ¿Eso es cierto? Sólo hay un Dios, y nosotros, nuestras
religiones son lenguas, caminos para llegar a Dios. Uno es sij, otro,
musulmán, hindú, cristiano; aunque son caminos diferentes.
Obviamente,
esto es pura herejía modernista condenada por la Iglesia. Cito al Papa Pío XI
en su carta encíclica Mortalium Animos del año 1928:
2. La
fraternidad en religión y congresos ecuménicos. Cosa muy
parecida se esfuerzan algunos por conseguir en lo que toca a la ordenación de
la nueva ley promulgada por Jesucristo Nuestro Señor. Convencidos de que son
rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber
visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque
disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la
profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida
espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y
conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar a discutir allí
promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a aquellos
que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la
divinidad de su Persona o misión.
3. Los
católicos no pueden aprobarlo. Tales tentativas no
pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto
que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las
religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de
distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y
nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos
obedientemente su imperio. Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y
se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su
concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo;
de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y
tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.
Creo que
no es necesario demostrar
que quien promueve tales ideas no profesa en absoluto la fe católica. Y que, en
el hipotético caso de haber adherido a ella en el pasado, ha apostatado
formalmente de ella, pues ningún cristiano medianamente instruido puede alegar
ignorancia en un asunto tan evidente, ni que decir tiene si se trata de un
sacerdote o de un obispo o, peor todavía, como en este caso, si quien profiere
tal impiedad es nada menos que el supuesto “Soberano Pontífice” y “Vicario de
Cristo”.
Deseo
sin embargo efectuar una precisión que considero indispensable. La situación
actual que vivimos con Bergoglio no es, en lo esencial, diferente de la que
padece la Iglesia desde el CVII y la introducción de sus falsas doctrinas
referidas a la libertad religiosa, al ecumenismo, a la nueva eclesiología
ecuménica del “subsistit in” y a la relación de la Iglesia con las religiones
no cristianas. Lo que ha dicho hoy Bergoglio encuentra allí su origen
“magisterial” y es el fundamento teórico de su praxis heterodoxa. Y las
diversas reuniones interreligiosas de oración por la paz convocadas por los
tres últimos “papas” en Asís son una realización emblemática de esos falsos
principios introducidos por el concilio.
Para ser
justo, los hechos y los dichos bergoglianos no difieren sustancialmente de los
de Juan Pablo II o Benedicto XVI cuando trataban acerca de estos asuntos ni
cuando los ponían en práctica a través de sus incontables gestos “pastorales”
en templos, mezquitas o sinagogas. Los mensajes de felicitación y de simpatía
que el Vaticano envía regularmente a las principales religiones del mundo con
ocasión de sus festividades son otra prueba fehaciente de la penetración
profunda y persistente del modernismo en lo más alto de la jerarquía
eclesiástica. La única diferencia entre el falso profeta argentino y sus
predecesores radica en la claridad y la contundencia de sus palabras, que
vuelven absurdos los intentos desesperados de los “conservadores conciliares”
de aplicarles la imposible “hermenéutica de la continuidad” ratzingeriana.
No
obstante lo dicho, estimo que la declaración del día de la fecha es tan
explícita y deja al descubierto de modo tan patente la apostasía en la que se
encuentra la “Santa Sede”, que ella debería constituir un hito en la
resistencia católica, marcar un “antes” y un “después” en el lenguaje y en el
accionar concreto de todos aquellos que rechazamos beber el veneno modernista,
que rehusamos caer en la trampa de la obediencia que se nos exige respecto a
una “autoridad” manifiestamente prevaricadora
y que, en definitiva, nos negamos a ser cómplices de la apostasía generalizada.
La religión bergogliana es
modernismo puro
Alejandro
Sosa Laprida
- 07/09/2024
Comparto
con ustedes el discurso de Bergoglio en una mezquita de Yakarta, Indonesia, el
jueves 5 de septiembre, con motivo de un encuentro “interreligioso”. Se trata
de una nueva manifestación del “tradicional” ecumenismo conciliar cuya meta es
la “fraternidad humana” y la armonía entre las religiones. Lo que, como es bien
sabido, constituye el objetivo perseguido por la masonería, cuya filosofía se
funda en el humanismo, el naturalismo y el indiferentismo religioso.
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El
modernismo,
al igual que la doctrina masónica, se inspira del gnosticismo panteísta, según
el cual la “divinidad” subyace en el psiquismo de cada persona, y las
diferentes “tradiciones religiosas” no son sino expresiones sociales de esa
“experiencia religiosa” primordial, efectuadas a través de las herramientas
conceptuales propias de cada época y cultura. Esto significa que los “dogmas”
de cada “religión” son secundarios, provisorios, están sujetos a evolución, y
no deben considerarse como “definitivos” ni “absolutos”, porque lo único
esencial y válido de modo permanente es la “experiencia religiosa” común a
todos los hombres. De ahí la importancia de no “edificar muros” sino de
“construir puentes”, como repite Bergoglio incesantemente.
De
esto se desprende que el error del “fundamentalismo” consiste en hacer de la
“ortodoxia” doctrinal un factor de división y enfrentamiento entre los hombres,
puesto que, en su ser profundo, al compartir la misma “experiencia mística”
originaria, todos somos, sin excepción, “hermanos” e “hijos de Dios”. Así pues,
en la naturaleza humana reside, de manera vital e inmanente, la “divinidad” a
la que “adora” la multiplicidad de religiones existentes en la tierra. Promover
la unidad del género humano mediante la concordia entre las diferentes religiones
será entonces el objetivo principal de los adalides del modernismo infiltrados
en la Iglesia.
La
finalidad del “movimiento ecuménico” y del “diálogo interreligioso” -iniciados
de manera oficial por Juan XXIII en 1960 y por Pablo VI en 1964-, es constituir
la unidad del género humano tomando como base esta realidad antropológica universal.
Es la famosa “unidad en la diversidad”, evocada sin solución de continuidad por
Bergoglio. Los textos conciliares sobre la libertad religiosa, el ecumenismo y
la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas son los pilares
“doctrinales” que sustentan la praxis y la pastoral conciliar en la materia,
cuyos actos emblemáticos han sido las reuniones interreligiosas de oración por
la paz celebradas en Asís, por iniciativa de Juan Pablo II, Benedicto XVI y
Bergoglio.
Esta
idea de la bondad y la legitimidad fundamental de las diversas “tradiciones
religiosas” ha sido plasmada en la declaración de Abu Dabi del año 2019:
“El pluralismo y la diversidad de
religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad
divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta sabiduría divina es la
fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de
ser diferente.”
Y ha sido claramente expuesta por el
cardenal Karol Wojtyla en 1976, apenas dos años antes de ser elegido “Vicario
de Cristo”:
“A
este Dios confiesa el trapense o el camaldulense en su vida de silencio. A Él
se dirige el beduino en el desierto, cuando llega la hora de la oración. Y tal vez también el
budista que, concentrado en su contemplación purifica su pensamiento preparando
el camino hacia el nirvana. (…) La Iglesia del Dios viviente congrega a
todos los hombres que, en cualquier forma, toman parte de esta maravillosa
trascendencia del espíritu humano. Y todos ellos saben que nadie logrará
colmar sus deseos más profundos. La manifestación de esta trascendencia de
la persona humana la constituye la oración de fe, pero en ocasiones también
el profundo silencio. Este silencio, que a veces parece separar al hombre de
Dios, es no obstante un acto especial de la unión vital entre Dios y el
espíritu humano. La Iglesia de nuestro tiempo se ha hecho particularmente
consciente de esta verdad y, por ello, a su luz ha logrado redefinir, en el
Concilio Vaticano II, su propia naturaleza.”[6]
Habiendo hecho esta breve introducción,
les presento seguidamente el discurso integral del “Santo Padre Francisco” en
Indonesia, del cual me he permitido resaltar las expresiones en las que se pone
en evidencia la ideología masónica y modernista fomentada por el actual
ocupante del Vaticano…
Discurso
de Bergoglio en el encuentro interreligioso de Yakarta el 5/9/2024
Queridos
hermanos y hermanas: Me siento feliz de estar aquí, junto con todos ustedes, en
la mezquita más grande de Asia. Saludo al Gran Imán y le agradezco las palabras
que me ha dirigido, recordando que este lugar de culto y de oración es
también “una gran casa para la humanidad”, en la que cada uno puede entrar
para hacer una pausa consigo mismo, dar espacio a ese anhelo de infinito que
lleva en el corazón, buscar el encuentro con lo divino y experimentar la
alegría de la amistad con los demás.
Me
agrada recordar que esta mezquita fue diseñada por el arquitecto Friedrich
Silaban, que era cristiano y ganó el concurso. Esto prueba que en la historia
de esta nación y de la cultura que aquí se respira, la mezquita, como también
los demás lugares de culto, son espacios de diálogo, de respeto recíproco, de convivencia
armoniosa entre las religiones y las diferentes sensibilidades
espirituales. Este es un gran regalo, que están llamados a cultivar cada
día, para que la experiencia religiosa sea punto de referencia para una
sociedad fraterna y pacífica y nunca motivo de incomprensión y de choque.
A
este respecto cabe mencionar la construcción de un túnel subterráneo -el túnel
de la amistad-, que comunica la Mezquita Istiqlal con la Catedral de Santa
María de la Asunción. Se trata de un signo elocuente, que permite que estos
dos grandes lugares de culto estén no sólo “uno frente al otro”, sino
también “comunicados” entre sí. En efecto, este pasaje permite un encuentro, un
diálogo, una posibilidad real de “descubrir y transmitir la mística de vivir
juntos, de mezclarnos, de encontrarnos […], de participar de esa marea algo
caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad,
en una caravana solidaria, en una santa peregrinación” (Evangelii gaudium 87). Los animo a
continuar por este camino: que todos, todos juntos, cultivando cada uno la
propia espiritualidad y practicando la propia religión, podamos caminar en la
búsqueda de Dios y contribuir a construir sociedades abiertas,
cimentadas en el respeto recíproco y en el amor mutuo, capaces de aislar las
rigideces, los fundamentalismos y los extremismos, que son siempre
peligrosos y nunca justificables.
En
esta perspectiva, simbolizada por el túnel subterráneo, quisiera dejarles dos
consignas, para impulsar el camino de la unidad y de la armonía que ya han
iniciado.
La
primera es ver siempre en profundidad, porque solamente así se puede encontrar
lo que une, más allá de las diferencias. En efecto, mientras en la
superficie se encuentran las áreas de la mezquita y de la catedral, bien
delimitadas y frecuentadas por sus respectivos feligreses, bajo la tierra, a lo
largo del túnel, esas mismas personas diferentes se encuentran y pueden acceder
al mundo religioso de los otros. Esta imagen nos recuerda algo importante:
que los aspectos visibles de las religiones -los ritos, las prácticas, etc.-
son un patrimonio tradicional que hay que proteger y respetar; pero lo
que está “debajo”, lo que corre bajo tierra, como el “túnel de la amistad”,
podríamos decir la raíz común de todas las
sensibilidades religiosas es una sola:
la búsqueda del encuentro con lo divino, la sed de infinito que el Altísimo
ha puesto en nuestro corazón, la búsqueda de una alegría más grande y de una
vida más fuerte que la muerte, que anima el viaje de nuestras vidas y nos
impulsa a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios.
Recordemos esto: mirando en profundidad, percibiendo lo que fluye en lo
más íntimo de nuestra vida, el deseo de plenitud que vive en lo más profundo de
nuestro corazón, descubrimos que todos somos hermanos, todos peregrinos,
todos en camino hacia Dios, más allá de
lo que nos diferencia.
La
segunda invitación es cuidar las relaciones. El túnel fue construido de una
parte a la otra para crear una conexión entre dos lugares diferentes y
alejados. Esto es lo que hace el pasaje subterráneo: conecta, crea un enlace. A
veces pensamos que el encuentro entre las religiones se trata de una
cuestión que tiene que ver sólo con buscar, a toda costa, puntos en común entre
las diferentes doctrinas y confesiones religiosas. En realidad, puede pasar que
un planteamiento de ese tipo termine por dividirnos, porque las doctrinas y los
dogmas de cada experiencia religiosa
son diferentes.
Lo
que realmente nos acerca es crear una conexión entre nuestras diferencias,
ocuparnos de cultivar lazos de amistad, de atención, de reciprocidad. Son
relaciones en las que cada uno se abre al otro, en los que nos comprometemos a buscar
juntos la verdad, aprendiendo de la tradición religiosa del otro;
ayudándonos en las necesidades humanas y espirituales. Son vínculos que nos
permiten trabajar juntos, caminar unidos en la consecución de algún objetivo,
en la defensa de la dignidad del hombre, en la lucha contra la pobreza,
en la promoción de la paz. La unidad nace de los vínculos personales de
amistad, del respeto recíproco, de la defensa mutua de los espacios y las ideas
ajenas. Ojalá que puedan siempre cuidar de ello.
Queridos
hermanos y hermanas, promover la armonía religiosa para el bien de la
humanidad es la inspiración que estamos invitados a seguir y que le da
también título a la Declaración conjunta preparada para esta ocasión. En ella
asumimos con responsabilidad las grandes, y algunas veces, dramáticas crisis
que amenazan el futuro de la humanidad, particularmente las guerras y
conflictos, desafortunadamente alimentados también por las
instrumentalizaciones religiosas; pero también la crisis medioambiental,
que se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento y la convivencia de
los pueblos. Y ante este escenario, es importante que los valores comunes a
todas las tradiciones religiosas se promuevan y se refuercen, ayudando a la
sociedad a “erradicar la cultura de la violencia y de la indiferencia”
(Declaración conjunta de Istiqlal) y a promover la reconciliación y la paz.
Les
agradezco este camino común que llevan adelante. Indonesia es un gran país, un
mosaico de culturas, etnias y tradiciones religiosas; una riquísima
diversidad que se refleja también en la variedad del ecosistema y del
ambiente circundante. Y si es cierto que poseen la mina de oro más grande del
mundo, sepan que el tesoro más valioso es la voluntad de que las diferencias
no sean motivo de conflicto, sino que se encuentren armónicamente en la
concordia y el respeto recíproco. La armonía, es esto que hacen ustedes. No
pierdan este don. No vayan a perder nunca esta riqueza tan grande, es más,
cultívenla y transmítanla sobre todo a los jóvenes. Que nadie ceda al atractivo
del integrismo y de la violencia; que, en cambio, todos estén fascinados con el
sueño de una sociedad y de una humanidad libre, fraterna y pacífica.
Gracias,
gracias por su sonrisa gentil, que esplende siempre en sus rostros, y que es
signo de vuestra belleza y apertura interior. Que Dios les conceda este don. Con
su ayuda y su bendición vayan adelante, Bhinneka
Tunggal Ika, unidos en la diversidad.
Saludo de Bergoglio en el “Túnel de
la Amistad”
Queridos
hermanos y hermanas: Los felicito a todos por este “Túnel de la Amistad”, que
quiere ser un lugar de diálogo y de encuentro. Si pensamos en un túnel,
fácilmente imaginamos un recorrido oscuro que puede darnos miedo, especialmente
si estamos solos. Aquí en cambio es diferente, porque todo está iluminado. No
obstante, la luz que lo alumbra son ustedes, con su amistad, con la concordia
que cultivan, con el apoyo mutuo y con su caminar juntos que los conduce, al
final del camino, hacia la luz plena.
Nosotros
creyentes, que pertenecemos a diferentes tradiciones
religiosas, tenemos un papel que desempeñar: ayudar a todos a atravesar
el túnel con la mirada dirigida hacia la luz. Así, al final del recorrido,
en quien ha caminado junto a nosotros se puede reconocer a un hermano, a una
hermana, con quien compartir la vida y sostenerse mutuamente.
A
las numerosas señales de amenaza, a lo tiempos oscuros, contraponemos el
signo de la fraternidad que, acogiendo al otro y respetando su identidad,
lo exhorta a un camino común, hecho entre amigos, y que conduce hacia la luz.
Gracias
a todos aquellos que trabajan convencidos de que se puede vivir en armonía y en
paz, conscientes de la necesidad de un mundo más fraterno. Me gustaría
que nuestras comunidades pudieran estar cada vez más abiertas al diálogo
interreligioso y sean un símbolo de la coexistencia pacífica que
caracteriza a Indonesia.
Elevo
mi oración a Dios, Creador de todos, para que bendiga a todos aquellos que
atravesarán este túnel en espíritu de amistad, armonía y fraternidad.
Bendición en el encuentro con
jóvenes de Scholas Occurrentes
El
día anterior, en una reunión con jóvenes participantes de su proyecto educativo
Scholas Occurrentes -“Escuelas para
el encuentro”, organización internacional no confesional lanzada por
Francisco en 2013-, había finalizado el evento impartiendo una bendición
genérica “válida para todas las religiones”, omitiendo la Señal de la Cruz y
cualquier referencia a la Santísima Trinidad o a Jesucristo:
“Quisiera
dar una bendición. Bendición significa decir bien, desear algo bueno. Aquí,
ustedes son de religiones diversas, pero tenemos un solo dios, es uno solo. Y
en unión, en silencio, rezaremos al Señor y daré una bendición para
todos, una bendición válida para todas las religiones. Que Dios los
bendiga a cada uno de ustedes. Que bendiga todos sus deseos. Que bendiga
a sus familias. Que los bendiga a ustedes aquí presentes. Que bendiga su
futuro. Amén.”
Ceguera espiritual y negación de la
realidad
Alejandro
Sosa Laprida -
30/08/2024
Francisco asiste con recogimiento
al culto de la “Pachamama” en el Vaticano
“Es sabido que el papa San Pablo VI
ha querido caracterizar el tema central del Concilio Vaticano II, en torno al
cual se han recopilado todos los demás, como reflexión de la Iglesia sobre sí
misma en servicio del hombre de nuestro tiempo (…) La Iglesia, según San Pablo
VI, con el Concilio ha tomado una mejor conciencia de sí misma en su esencia y
en su historia, en su humanidad y en su santidad, en su relación con Cristo y
en su relación con el mundo. El aporte doctrinal más importante del Concilio
parece ser el que gira sobre la Iglesia.”[9]
Introducción
El
texto del epígrafe lo he tomado del artículo “Puntos controvertidos del
Vaticano II: la Iglesia”, publicado en el blog argentino Linum Fumigans, cuyo administrador es un sacerdote mendocino que
utiliza el nombre de pluma Fray Filemón
de la Trinidad, un infatigable apologeta tanto del “Papa Francisco” como
del Concilio Vaticano II.[10]
En
esta nota me propongo demostrar sucintamente el carácter absurdo y la falsedad
radical de lo que allí se afirma. Concretamente, suministraré evidencias de que
el pretendido “aporte doctrinal” del concilio no es más que una solapada
tentativa de legitimación de la herejía modernista condenada por San Pío X; que
su nueva “eclesiología” es una alteración radical de la esencia de la Iglesia;
y que, finalmente, su supuesto “servicio del hombre”, no es sino un malicioso e
hipócrita atentado contra el ser humano, al buscar privarlo de la verdad
católica acerca de sí mismo y del mundo en el que vive, proponiéndole a cambio
una visión humanista de la existencia, valiéndose taimadamente de un lenguaje
de apariencia cristiana para transmitir un mensaje cuyo contenido es de corte
gnóstico y naturalista.
Destinado
a engañar, el objetivo perseguido por los sectarios de la gnosis “progresista”
no fue expresado ostensiblemente en los textos conciliares, por obvias razones,
sino de modo sibilino, aplicando la clásica táctica modernista acerca de la
cual nos había advertido San Pío X en su encíclica Pascendi[11],
como imperceptibles gotas de arsénico esparcidas con habilidad en medio de una
logorrea farragosa destinada a volverlas casi imperceptibles para la mirada de
una mayoría desprevenida.
El
autor del artículo asegura que “la Iglesia, con el Concilio, ha tomado una
mejor conciencia de sí misma en su esencia y en su historia”. Esta apreciación
grotesca pone de relieve involuntariamente un hecho indiscutible, a saber, la
tentativa de desvirtuar la naturaleza de la Iglesia efectuada por la secta modernista durante el concilio, el propósito
indisimulado de los campeones de la nouvelle
théologie [12]de
alterar su esencia, de modificar su constitución divina en un sentido
“ecuménico”, haciendo surgir una nueva “conciencia eclesial” impostada, en
consonancia con la mentalidad del “hombre moderno”.
Las
múltiples y graves advertencias de los Papas de las décadas previas -Pascendi, Mortalium Animos, Humani
Generis- serían desestimadas por los novadores, fortalecidos y estimulados
por el apoyo decisivo recibido de la máxima autoridad eclesial de entonces,
cuya meta explícita era implementar el aggiornamento
de la Iglesia y proceder a su adaptación
a la mentalidad contemporánea.
Considero
que la pasmosa incapacidad de la mayoría del clero “conservador” para
comprender la revolución teológica conciliar y la apostasía en curso constituye
un caso flagrante de negación de la realidad y un síntoma inequívoco de una
ceguera espiritual inquietante, como se puede comprobar en el caso de este
sacerdote argentino, quien no vacila en soltar despropósitos que serían dignos
de pena si no fuera por el daño inmenso que provocan en las almas, al favorecer
objetivamente la empresa de devastación doctrinal modernista implementada por
las autoridades romanas desde el CVII:
“(…)
me siento honrado de haber dado una contribución, aunque modesta y defectuosa,
a la solución de este enorme problema no digo histórico, sino epocal, que es la
comprensión del sentido preciso del Concilio Vaticano II, ciertamente uno de
los más grandes, si no el más grande y
el más innovador de toda la historia de la Iglesia, aunque muy firmemente
anclado en la Sagrada Tradición y en la Sagrada Escritura.”[13]
ÍNDICE
1.
Introducción - p. 2
2.
Una nueva conciencia de la Iglesia - p. 4
3.
Confirmación de la ruptura conciliar - p. 6
4.
La libertad religiosa - p. 8
5.
El ecumenismo - p. 13
6.
El diálogo interreligioso - p. 15
a.
Declaraciones de Juan Pablo II - p. 16
b.
Declaraciones de Benedicto XVI - p. 18
c.
Declaraciones de Francisco - p. 21
7.
El modernismo de la doctrina ecuménica e interreligiosa - p. 27
8.
Juan Pablo II y la salvación universal - p. 28
9.
Declaraciones de Francisco relacionadas con el tema - p. 33
10.
La influencia de Teilhard de Chardin - p. 35
11.
Teilhard de Chardin y los tres últimos Papas - p. 39
12.
Conclusión - p. 44
13.
Anexo I: Ceguera espiritual y misterio de iniquidad - p. 45
14.
Anexo II: Karol Wojtyla y la “nouvelle théologie”- p. 49
15.
Epílogo - P. 52
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CONCLUSIÓN
En consideración de lo expuesto queda
establecida la radical heterodoxia de los “aportes doctrinales” efectuados por
el CVII y por los “papas conciliares” en materia de “libertad religiosa”,
“ecumenismo” y “diálogo interreligioso”. Y, teniendo en cuenta que la
infalibilidad que la Iglesia posee en materia de fe le es comunicada por Cristo
a través de sus legítimos Vicarios, se vuelve inevitable el cuestionamiento del
estatuto y la naturaleza de dichos pontífices.
A quien pudiera escandalizarse ante
esta eventualidad, le haría dos observaciones. La primera de ellas es que lo
único realmente escandaloso es lo que viene sucediendo en la Iglesia desde el
CVII: la manifestación progresiva del misterio de iniquidad, que terminará
concretándose, cuando llegue a su apogeo, con la “abominación de la desolación
en el lugar santo”, como nos advirtiera Nuestro Señor en su discurso
escatológico, retomando la expresión del profeta Daniel. Creo haber brindado
suficientes testimonios que lo demuestran a lo largo de esta publicación.
En segundo lugar, le haría notar que lo
que está aconteciendo, por perturbador e inaudito que sea, es algo acerca de lo
cual hemos sido debidamente alertados. ¿O acaso San Pablo no nos advirtió que,
antes de la Parusía, deberá producirse la “apostasía”, seguida del advenimiento
del “hombre de pecado, el hijo de perdición”, es decir, del Anticristo? (II
Tes., 2). Y Nuestro Señor, en su discurso escatológico, ¿no nos anticipó que,
en los tiempos previos a su retorno, surgirían “falsos profetas” y “falsos
cristos” (Mt. 24), los que, de ser esto posible, engañarían incluso a los
elegidos?
En mi opinión, éste es el punto en el
que nos encontramos. Esto implica que la naturaleza de esta crisis inédita que
atraviesa la Iglesia reviste un inconfundible sesgo escatológico. Ser
conscientes de esto nos confiere la certeza de que “las puertas del infierno”
no han prevalecido en absoluto sobre Ella -como muchos alegan escandalizados
ante este panorama sobrenatural que intento describir-, sino que, actualmente,
el Cuerpo Místico de Cristo está sufriendo su pasión, previa a su muerte y
posterior resurrección, a semejanza de lo acaecido hace dos mil años con el
cuerpo físico de Cristo.
Esta crisis terminal, a no dudarlo, no
hará sino agravarse, hasta llegar a su punto culminante bajo el reino del
Anticristo, del cual nos librará, tras unos pocos años de tribulación y de
testimonio público de nuestra fe, Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, mediante
su intervención directa, con ocasión del Juicio de las Naciones -el
célebre Dies Irae-, seguido de su segunda venida gloriosa, para
restaurar todas las cosas…
PARA
MÁS INFORMACIÓN
“Diez
años con Francisco”
https://gloria.tv/post/UEqqVjZCCVLQ6g89ps67irXSM
NOVEDAD
EDITORIAL
“Apostasía
vaticana”
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https://gloria.tv/Miles%20-%20Christi
Super Omnia Veritas
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Miles Christi English
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MIS PUBLICACIONES
Impresas
https://saint-remi.fr/fr/35-livres?q=Filtre%20Auteur-MILES%20CHRISTI-MARIE%20Alexandre
Digitales
https://www.amazon.com/Kindle-Store-Miles-Christi/s?rh=n%3A133140011%2Cp_27%3AMiles+Christi
Francisco y el
Gran Imán de Al-Azhar el 04/02/2019 en Abu Dabi, declaración conjunta
intitulada: La fraternidad humana por la paz mundial y
la convivencia común.
Sobre el tema recomiendo
el siguiente estudio: “El Vaticano promueve la apostasía y una religión global”: https://gloria.tv/post/bUsSsFR763PH42N9dkudYoCLQ
- En el enlace podrán descargar el archivo PDF y encontrarán también las
versiones inglesa, italiana y portuguesa.
“2. (…) ellos
traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros
días, el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas
venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto
más a fondo conocen a la Iglesia. Añádase que han aplicado la segur no a las
ramas, ni tampoco a débiles renuevos, sino a la raíz misma; esto es, a la fe y
a sus fibras más profundas. Mas una vez herida esa raíz de vida inmortal, se
empeñan en que circule el virus por todo el árbol, y en tales proporciones que
no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no
se esfuercen por corromper. (…) 3. Y como una táctica de los modernistas (así
se les llama vulgarmente, y con mucha razón), táctica, a la verdad, la más
insidiosa, consiste en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico y en
su conjunto, sino dándolas en cierto modo por fragmentos y esparcidas acá y
allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus
ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes; ante
todo, importa presentar en este lugar esas mismas doctrinas en un conjunto, y
hacer ver el enlace lógico que las une entre sí (…)” - https://www.vatican.va/content/pius-x/es/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis.html